martes, 21 de septiembre de 2010

EL PRI DEL SIGLO XXI

ENSAYO: EL PRI DEL SIGLO XXI: HACIA LA CONSTRUCCION DE UNA NUEVA VIA MEXICANA PARA EL DESARROLLO. INTRODUCCION. 1.- LA SOCIALDEMOCRACIA: HISTORIA Y PERSPECTIVA. A) Historia Socialdemócrata. B) El PRI y la Internacional Socialista. 2.- DE LA TRADICIÓN A LA MODERNIDAD. A) Un salto indispensable para México.- EL PARTIDO REVOLUCIONARIO INSTITUCIONAL. A) De Juárez a la Revolución Mexicana. B) Surge el PNR. C) La Transformación Hacia el PRM.-D) Nace el PRI. E) Una era de desarrollo e instituciones. F) El siglo XXI para el PRI: la Cuarta Etapa. CONCLUSIÓN: Hacia la Construcción de una Nueva Via Mexicana para el Desarrollo.

…somos orgullosamente herederos de las mejores causas de la independencia, la reforma y la revolución,constituimos la vía mexicana para la construcción del México del siglo XXI, bajo los principios de una modernización incluyente, cuya bandera señeradebe ser alcanzar la democracia con justicia social para todos…Beatriz Paredes.

INTRODUCCION. México es una nación con un gran potencial para desarrollarse política, social y económicamente en este siglo XXI. Los tiempos lo demandan. La sociedad lo exige. La república lo requiere. Somos un país con una extraordinaria diversidad de recursos, que administrados adecuadamente, pudieran hacer la diferencia entre estancamiento y desarrollo.

Somos directos herederos de un grande legado cultural prehispánico, del mestizaje entre europeos, africanos e indígenas provocado por el encuentro de los continentes en la América hispana y de la enseñanza de grandes movimientos sociales y políticos como la Independencia, la Reforma y la Revolución Mexicana.

La república transita por tiempos de transformación en todos los sentidos. Política, social, económica, jurídica y culturalmente, se ha precipitado a una evolución sin precedentes en las últimas décadas.

La alternancia en el gobierno federal en el año 2000, trajo para nuestro país, pluralidad política y convivencia democrática en los límites que establece el régimen constitucional, sin embargo, la alternancia, la pluralidad y el nuevo escenario de convivencia entre actores políticos, factores reales de poder y ciudadanía, no han sido componentes suficientes para remediar temas que han quedado pendientes desde hace algunas décadas y que por el contrario, en los últimos 10 años que corresponden a la alternancia política y el arribo del Partido Acción Nacional al poder ejecutivo federal, parecen haberse empeorado.

El tránsito hacia una régimen político más democrático y plural, que sugería un paso cualitativo para consolidar el desarrollo y modernización de las estructuras nacionales, ha sido limitado y deficiente en muchos sentidos.

Las expectativas generadas por la alternancia política, no han sido satisfechas, de lo cual se deduce un evidente fracaso de las políticas públicas implementadas en los últimos dos sexenios, y que no obstante, de que se contaban con las condiciones apropiadas para orientar al país hacia un mejor cometido, la derecha en el país eligió un camino errado: el de la fragmentación social, del desinterés por las mayorías, el desprestigio internacional y sometimiento del Estado mexicano a intereses ajenos que nada tienen que ver con los de la sociedad en su conjunto.

De esta situación ha derivado una profunda crisis en lo político, en lo social y en lo económico, entre otras cosas, la gobernabilidad se ha vulnerado, el crimen organizado ha ganado terreno y la corrupción se ha evidenciado en todos sus niveles. México está frente a un grande reto.

Lo que parecía sencillo, y se decía podría resolverse fácilmente, ahora es un gran caos nacional, la mayorías son apáticas y la relación Estado-Ciudadano es cada día menos estrecha.

La oportunidad histórica de refundar la nación en el año 2000, escapó de las manos del neoconservadurismo mexicano, sin ninguna otra oportunidad de conseguirlo, por lo menos, a corto plazo y reivindicarse en la historia nacional.

Hoy el escenario es distinto, ante la profunda crisis institucional, la tragedia financiera, el deterioro progresivo de la calidad de vida de los mexicanos y el empobrecimiento social, son otras las fuerzas que tendrán la tarea de acometer para diseñar el rescate nacional y llevar a México en este siglo a una nueva era de modernidad política y social; serán las fuerzas progresistas, republicanas, reformistas, institucionales y democráticas, que dieron origen a la república y la han acompañado en sus momentos más críticos.

La disyuntiva planteada en la década de los ochenta, entre la elección de una vía nacionalista y una vía neoliberal como modelos para impulsar el desarrollo de la república, que más tarde se resolvería con la adaptación del modelo neoliberal a la realidad mexicana, su actual agotamiento y colapso, hoy nos enfrenta a una nueva disyuntiva: continuidad neoliberal o exploración de una vía alternativa que pugne por un desarrollo nacional incluyente, popular, moderno y más democrático.

El presente ensayo se dedica a mostrar la opción que tiene la república en este siglo XXI para llevar a cabo una modernización integral en materia social, política, cultural y económica, a través de los planteamientos propuestos por el Partido Revolucionario Institucional y su evidente orientación hacia una vía socialdemócrata en concordancia con la realidad política internacional y en congruencia con sus raíces históricas revolucionarias.

Este ensayo es una reflexión del tiempo que vivimos, del momento crítico de la nación y del ocaso de un modelo económico a todas luces inoperante, es también, un esbozo y una oportunidad para adentrarnos en la historia de nuestro partido, en su circunstancia actual y en el papel que se jugará en las próximas décadas.

LA SOCIALDEMOCRACIA: HISTORIA Y PERSPECTIVA.

Historia Socialdemócrata.- La Socialdemocracia apareció en el mundo como una forma de revisionismo a las tesis del marxismo clásico, desde entonces y hasta nuestros días, la socialdemocracia ha estado presente a través de la historia moderna de Europa primero, y posteriormente del resto del mundo, lográndose insertar como una corriente de vanguardia idónea para dar alternativas de desarrollo a los países que por una u otra circunstancia han caído en lo excesos de los modelos o paradigmas tradicionales.

El referente histórico que sirvió de marco para el origen de la socialdemocracia, lo encontramos fundamentalmente en las aportaciones de Karl Marx quien desarrollo el socialismo científico hacia mediados del siglo XIX.

Las tesis de Marx, cuya aportación al desarrollo de la teoría económica universal, la historia y la sociedad son indiscutibles, fueron consideradas sin embargo, por muchos de sus contemporáneos, como tesis que proponían un socialismo utópico mucho muy complejo de realizarse.

Estos desacuerdos, de tipo ideológico, tuvieron como consecuencia escisiones significativas dentro de la escuela marxista. Una de ellas y la que tendría mayor trascendencia en términos cronológicos y de aplicación práctica sería la socialdemocracia, que si bien, rescata muchos de los fundamentos filosóficos del marxismo clásico, logró imponerse en la historia universal como una nueva corriente ideológica alterna a los postulados del socialismo convencional.

El origen de la socialdemocracia lo encontramos en Europa Central, siendo Alemania la precursora de esta corriente de pensamiento político, también figuran partidos políticos socialdemócratas surgidos a finales del siglo XIX en países del Este y Norte de Europa, tales como Rusia, Bélgica, Hungría, Dinamarca, Noruega, Austria, Suecia, Polonia, Bulgaria y Holanda.

Teóricamente la socialdemocracia se define como:

[…] una corriente ideológica que abandona la vía revolucionaria y se convierte en reformista. Que conserva varios puntos del socialismo revolucionario o marxista, pero prácticamente los abandona, tales como la interpretación económica de la historia, la lucha de clases, la dictadura del proletariado, la abolición de la propiedad privada de los medios de producción y la desaparición del Estado. Únicamente conserva del socialismo marxista, los programas amplios de beneficio social, pero mantienen la esencia del capitalismo al conservar de éste la propiedad privada de los medios de producción, y preserva la institución estatal […]

Eduard Bernstein considerado como el padre del revisionismo es reconocido como uno de los fundadores e ideólogos más importantes de la socialdemocracia clásica, autodefinido como un socialista de la escuela marxista fue quien por primera vez hizo una crítica a los propios principios del marxismo lo que le valió severas críticas. En su obra “Las premisas del socialismo y las tareas de la socialdemocracia”, publicada en 1899, hace una revisión de la teoría marxista, estableciendo sus errores y contradicciones. Bernstein en medio del contexto de la época, hacia algunas consideraciones a propósito de la socialdemocracia:

[…] la socialdemocracia lucha por la realización de la democracia en el estado, la provincia, la comunidad, como un medio para la efectivizacion de la igualdad política y como una palanca para la socialización del suelo y de las explotaciones capitalistas […]

Los principales fundamentos teóricos socialdemócratas establecidos por Bernstein en apariencia no estuvieron muy distanciados de los propuestos por Marx en su doctrina, si bien, admitían ir hacia una misma dirección, había un abismo muy profundo entre unos y otros, sobre todo, en una cuestión esencial: el método.

Mientras que para Marx la vía para lograr la conquista del poder político por parte del proletariado era a través de la revolución, para los revisionistas o socialdemócratas dicha conquista debería lograrse por el camino de la lucha parlamentaria mediante la explotación del derecho del voto y la utilización de los instrumentos legales disponibles.

Para Bernstein las tareas de la socialdemocracia consistían en organizar políticamente a la clase trabajadora y luchar por todas las reformas políticas que sirvieran para transformar el sistema político en democracia.

[…]Toda la actividad practica de la socialdemocracia está encaminada a la creación de situaciones y requisitos que hagan posible y garanticen el transito sin rompimientos violentos del moderno orden social a un orden superior […]

Diversos autores y personajes, han convenido reducir el concepto socialdemócrata a una noción terminada y sin posibilidad alguna de evolución. El propio Lenin consideraba que la socialdemocracia no era más que la defensa del reformismo burgués, “Una fachada burguesa para dar continuidad a la explotación del hombre por el hombre propuesta por el Capitalismo” sin embargo, las diversas etapas por las que ha atravesado esta ideología nos lleva a concluir lo contrario, abriéndose para el paradigma socialdemócrata una perspectiva más amplia de quienes la han acotado.

Histórica y teóricamente, se distinguen tres períodos por los que ha atravesado el paradigma mundial socialdemócrata desde sus orígenes como ruptura del socialismo científico desarrollado por Karl Marx, a saber: La socialdemocracia originaria; La socialdemocracia clásica, y; La tercera vía.

A continuación se presenta una breve recapitulación de estas tres etapas, que abarcan el período de 1869 a nuestros días.

La socialdemocracia originaria, comprende el periodo de 1869 a 1945 y contrastaba del marxismo en los siguientes aspectos:
1. Establecía que la instauración del socialismo debía realizarse a través de la utilización del Estado.

2. Aceptaba que la emancipación de la clase trabajadora puede lograrse dentro de la misma sociedad capitalista.

3. En términos económicos, aceptaban el sistema de economía de mercado, aunque también reconocían que éste presenta deficiencias al asignar los recursos, por lo que promovían la intervención de la autoridad pública para establecer equilibrios y garantizar la libertad económica.

4. La elección de la lucha democrática para lograr el mejoramiento de la condición de vida de los trabajadores dentro de la sociedad capitalista se trataba de una opción viable que simplemente utilizaría otros métodos, pero que mantenía como meta la instauración del socialismo.

5. La tarea fundamental del movimiento socialdemócrata en este periodo fue la de organizar políticamente a la clase trabajadora para luchar por la ampliación de sus derechos políticos y sociales para una vez organizada, formarla para la democracia. […]

La Socialdemocracia Clásica, abarca el periodo de 1945 a 1973. Se desarrolló después de la Segunda Guerra Mundial, logrando conjuntar la democracia liberal, el capitalismo y el bienestar social. Los casos por antonomasia de este tipo de gobiernos son los encabezados por el Primer Ministro Sueco Olof Palme (1969-1976, reelegido en 1982); el Canciller de Austria Bruno Kreisky (1970-1983) y; el Canciller alemán Willy Brandt (1969-1974).

Los cinco elementos principales que componen el paradigma socialdemócrata clásico son:

1. El liberalismo político: la aceptación de las instituciones liberal-democráticas.

2. La economía mixta: la coexistencia de la propiedad privada de los medios de producción y de un control público de la actividad económica a través de la planificación.

3. El Estado de bienestar: la ejecución de políticas sociales tendientes a distribuir la riqueza de una forma más equitativa, mitigando los efectos del mercado, y a promover la justicia social, corrigiendo los desequilibrios económicos.

4. El keynesianismo: la ejecución de políticas económicas tendientes a lograr pleno empleo, salarios elevados, estabilidad de precios y aumento del gasto público; y

5. El compromiso con la igualdad social […]

Con el fracaso del Estado de Bienestar y la instauración del neoliberalismo en la década de los ochenta, la socialdemocracia respondió con una propuesta alternativa: la tercera vía, que se ubicó entre el modelo socialdemócrata clásico y el modelo neoliberal. Anthony Giddens al respecto argumentaba:

[…] “la tercera vía se refiere a un marco de pensamiento y política práctica que busca adoptar la socialdemocracia a un mundo que ha cambiado esencialmente a lo largo de las dos o tres últimas décadas. Es una tercera vía en cuanto que es un intento por trascender tanto la Socialdemocracia a la antigua como el Neoliberalismo […]”

En resumen: se trató de un proyecto de centro-izquierda para renovar la socialdemocracia en el marco de la globalización y para responder a la ola neoconservadora. En Europa y Estados Unidos los gobiernos que representaron esta tendencia son: el británico encabezado por Tony Blair y su “Nuevo Laborismo”; el alemán con Gerhard Schröder y su “Nuevo Centro” y el norteamericano dirigido por el demócrata William Clinton.

Actualmente los socialdemócratas mantienen que no existe un conflicto entre la economía capitalista de mercado y su definición de una sociedad de bienestar mientras el estado posea atribuciones suficientes para garantizar a los ciudadanos una debida protección social.

La socialdemocracia sigue vigente en muchos países del mundo, sea como gobierno, desde la oposición o en la declaración ideológica de los partidos políticos.

EL PRI y la Internacional Socialista.- La participación política del Partido Revolucionario Institucional en el ámbito internacional ha pasado por una evolución constante desde su fundación en 1929 con las siglas de PNR.

Dentro de la vida del PRI, se pueden distinguir dos etapas fundamentalmente: la que corresponde desde su fundación como partido hasta el año 2000 y la posterior a la de la alternancia política. La primera estuvo caracterizada por la representación que el partido en el gobierno tenía respecto a los demás países y organizaciones internacionales, periodo en el cual se impulsa la fundación de las Naciones Unidas en 1945, la conformación de la Organización de Estados Americanos (OEA) en 1948 y posteriormente en 1979 como apoyo a la lucha por la democracia y la libertad en América Latina y el Caribe, la Conferencia Permanente de Partidos Políticos de América Latina mejor conocida por sus siglas como COPPPAL.

Durante este primer periodo, si bien es cierto, la participación se efectuaba a través del gobierno en turno, también es cierto que el partido tuvo una influencia notable en el desempeño internacional del Estado mexicano, ya que de su seno ideológico y estatutos surgían las más importantes pautas a seguir.

Es relevante señalar el equilibrio sostenido por el Partido Revolucionario Institucional y el gobierno mexicano durante La guerra fría, ya que sostuvo una postura de perfecta mediación entre el bloque socialista y el capitalista, aceptando, por un lado, la ruptura de relaciones con gobiernos de corte dictatorial como el de Francisco Franco en España y el de Augusto Pinochet en Chile, la libre autodeterminación de los pueblos y la estrecha relación histórica con Estados Unidos de Norteamérica.

Durante el segundo periodo que corresponde a partir del año 2000, el Partido Revolucionario Institucional ya como entidad de interés público desprendida del poder ejecutivo federal, tuvo una participación activa en organizaciones internacionales de carácter plenamente político, los otros dos grandes partidos participaban en organizaciones internacionales, el Partido de la Revolución Democrática en la Internacional Socialista y el Partido Acción Nacional en la Internacional Demócrata Cristiana, estas y otras condiciones obligaron a revalorar la actuación del PRI en materia internacional y particularmente su ingreso como miembro pleno de la Internacional Socialista.

La Internacional Socialista es la organización mundial de partidos socialdemócratas, socialistas y laboristas. Actualmente agrupa a 170 partidos políticos y organizaciones de todos los continentes. La Internacional Socialista, cuyo origen se remonta a las primeras organizaciones internacionales del movimiento laboral, ha existido en su forma actual desde 1951 cuando fue restablecida en el Congreso de Francfurt. Los partidos laboristas, socialdemócratas y socialistas son hoy día una fuerza política importante en las democracias del mundo. Más de 60 partidos miembros de la Internacional, en más de 55 países y territorios diferentes, se encuentran actualmente en gobierno.

George A. Papandreou, Presidente de PASOK, el partido miembro de la organización en Grecia, es Presidente de la Internacional Socialista, elegido primeramente en enero del 2006, y reelegido en el XXIII Congreso. Luis Ayala es el Secretario General, reelecto en el último Congreso. Los Vice-Presidentes, Beatriz Paredes de México, Michelle Barchelet de Chile, Ramón Alburquerque de República Dominicana, Carlos Vieira da Cunha de Brasil, Alfonso Gómez de Colombia, Manuel Laguarda de Uruguay, José Luis Rodríguez Zapatero de España entre otros, quienes son también electos por el Congreso junto con el Presidente y el Secretario General, constituyen el Presidium de la Internacional.

Entre los años 1976 y 1992, el difunto Willy Brandt, antiguo Canciller de Alemania y ganador del Premio Nobel de la Paz en 1971, se desempeñó como Presidente de la Internacional Socialista. Pierre Mauroy, ex Primer Ministro de Francia, ocupó el cargo de Presidente desde el año 1992 hasta 1999, y António Guterres, ex Primer Ministro de Portugal, desde 1999 hasta el 2005.”

El ingreso del Partido Revolucionario Institucional como miembro pleno de la Internacional Socialista, fue a través de un proceso paulatino que se desarrolló conforme los tiempos políticos nacionales lo fueron marcando y el contexto internacional se fue modificando.

El Comité Ejecutivo Nacional del PRI, puso a consideración su ingreso en 1999 en el XXI Congreso celebrado en París, donde fue admitido como miembro consultivo. Posteriormente, el consejo celebrado en Santo Domingo en 2001 el PRI obtuvo del Consejo la aprobación para presentar su candidatura como miembro de pleno derecho, hasta que finalmente en el congreso llevado a cabo en Sao Paulo en 2003 bajo el lema “El retorno de la Política: por una Gobernanza Justa y Responsable” –Por una globalización gobernada por la gente” la Asamblea aprobó el ingreso del PRI a la Internacional Socialista como miembro de pleno derecho. La comisión para el congreso estuvo integrada por Gustavo Carvajal, Javier Sánchez Campuzano, Carlos Jiménez, Celso Humberto Delgado Ramírez, María Esther Sherman, Laura Ocampo, Elsa Espinoza, Víctor Flores, Heladio Ramírez y Juan Carlos Delgadillo y fue encabezada por Dulce María Sauri.

La adhesión del Partido Revolucionario Institucional a las filas de la Internacional Socialista, habla de un reencuentro con la memoria histórica nacional que nos dio origen como entidad política y con el desarrollo de nuevas perspectivas para el futuro inmediato, las tareas y temas que se discuten dentro del seno de la internacional socialista en el plano internacional están ampliamente ligados con el quehacer cotidiano de la gran mayoría de los mexicanos y con los retos que como nación enfrentamos en esta era de globalidad política, social y cultural, los retos, que van desde el calentamiento global y cambio climático, la problemática económica mundial y de las regiones, la paz, el desarrollo social y democrático de las naciones, hasta la pobreza y la desigualdad, son sin duda alguna una muestra de que una nueva era ha comenzado a escala internacional, el PRI es consciente de ella y lucha para la elaboración de una agenda nacional que trascienda el actual modelo de desarrollo y planteé uno más moderno, justo y responsable en concordancia con la compleja realidad internacional y el contexto mexicano.

2.-DE LA TRADICION A LA MODERNIDAD

…en mi peregrinación en busca de la modernidad me perdí y me encontré muchas veces. Volví a mi origen y descubrí que la modernidad no está afuera sino adentro de nosotros. Es hoy y es la antigüedad más antigua, es mañana y es el comienzo del mundo, tiene mil años y acaba de nacer. Habla en náhuatl, traza ideogramas chinos del siglo IX y aparece en la pantalla de televisión. Presente intacto, recién desentrañado, que se sacude el polvo de los siglos, sonríe, y, de pronto, se echa a volar y desaparece por la ventana. Simultaneidad de tiempos y presencias: la modernidad rompe con el pasado inmediato solo para rescatar el pasado milenario y convertir a una figurilla de fertilidad del neolítico en nuestra contemporánea. Perseguimos a la modernidad en sus incesantes metamorfosis y nunca logramos asirla. Se escapa siempre: cada encuentro es una fuga. La abrazamos y al punto se disipa: solo era un poco de aire. Es el instante, ese pájaro que está en todas partes y en ninguna. Queremos asirlo vivo pero abre las alas y se desvanece, vuelto un puñado de silabas. Nos quedamos con las manos vacías. Entonces las puertas de la percepción se entreabren y aparece el otro tiempo, el verdadero, el que buscábamos sin saberlo: el presente, la presencia.
Octavio PAZ.

Un salto indispensable para México.- La modernidad ha sido el resultado de un largo y complejo proceso histórico que consistió principalmente en reformar el orden político, económico, social y cultural implementado por el feudalismo y las monarquías del medievo. Implica también, la secularización de lo religioso. “Permite el paso de un mundo cerrado, protegido y rigurosamente estamentado, a uno abierto, donde se retoma la concepción estoica de la persona como reflejo del universo y su posibilidad de elegir que ser”. El mundo conoció la modernidad a partir de las ideas del Renacimiento, sin embargo, habría que anotar las aportaciones de la corriente Racionalista del siglo XVI y XVII inducidas por Tomas Moro, Galileo Galilei y René Descartes que contribuyeron al impulso del movimiento con diversas teorías y fundamentalmente con el avance de la astronomía.

La modernidad, sin embargo, no logró consolidarse sino hasta años más tarde con la revolución industrial, científica y tecnológica, la sistematización del conocimiento universal y su expansión hacia otras latitudes y la instauración del capitalismo y de las democracias liberales en el continente Europeo, Estados Unidos de Norteamérica y más tarde en el resto del mundo.

La modernidad fue la ruta que la humanidad decidió escoger para rebelarse ante los nuevos retos y el estancamiento individual. Esta época que trasciende hasta nuestros días tendió a la universalización de los procesos, dejando de lado el aislamiento de las sociedades del mundo.

Para Alan Touraine la modernidad consiste en:

[…] “una revolución del hombre ilustrado contra la tradición; la sacralización de la sociedad; la sumisión de la razón a la ley natural…La modernidad engendra, a causa de la secularización, un nuevo pensamiento político que sustituye a dios por la sociedad como principio de juicio moral […] ”

La modernidad es entonces un cambio radical en relación al paradigma establecido, un salto indispensable que la humanidad decidió dar para dar paso a una nueva etapa, de la modernidad surge el capitalismo, la democracia y el liberalismo político, abandonando el régimen feudal fundamentado en un Estado codificado por las leyes de dios.

En México y América Latina, los conceptos modernidad y modernización han estado vigentes durante los últimos años, si bien es cierto, la idea de modernidad ha quedado superada en el sentido estricto de la sustitución de las leyes de dios por las del hombre, también es cierto que la modernidad o modernización es un tema pendiente en la agenda mexicana y latinoamericana desde la perspectiva del estancamiento de las instituciones y particularmente de la democracia, que si bien podemos hablar de regímenes democráticos en la mayoría de los países latinoamericanos, también debemos de admitir que muchas de esas instituciones han quedado obsoletas frente a la realidad que hoy se nos presenta en el continente y particularmente en México.

Actualmente la modernidad es entendida teóricamente:

[…] “como el cúmulo de cambios cuantitativos en los niveles de desarrollo económico, tecnológico y cultural. Se concibe como la posibilidad de desarrollar esquemas desarrollistas de progreso, que sitúen a los países subdesarrollados en la misma línea de evolución social de los países altamente desarrollados, observando entre ellos sólo una distancia cuantitativa superable, precisamente, a través de la modernización. […] ”

La inserción a la modernidad para los países inmersos en el subdesarrollo como México, sin embargo, no es tarea sencilla, implica un gran desafío para el Estado y la clase política que lo conduce.

La lógica internacional del mundo globalizado, implica la rendición de los países en la situación de México a los esquemas internacionales de desarrollo dictados por el capital mundial y que finalmente contradicen la lógica domestica de desarrollo.

El neoliberalismo, promovido principalmente por los gobiernos de la británica Margaret Tatcher y el norteamericano Ronald Reagan a escala internacional, e inaugurado en su versión más cruel en Latinoamérica por Augusto Pinochet, si bien fue considerado como una respuesta emergente del capitalismo para superar los excesos del estado de bienestar, el aumento en los precios del petróleo y la crisis financiera, también es cierto que el paradigma neoliberal no se desarrolló de una manera paralela en todos los países. Es decir, las desigualdades estructurales entre los países impulsores del singular modelo y en los cuales tuvo vigencia principalmente América latina y el Caribe eran y siguen siendo profundamente significativas.

La brecha entre los países en vías de desarrollo y los desarrollados se hizo todavía más distante en la década de los noventa con la adopción de las políticas económicas derivadas del Consenso de Washington, que según los organismos financieros internacionales y centros económicos con sede en esa ciudad deberían de seguir los países latinoamericanos para impulsar el crecimiento económico a través de una serie de lineamientos que finalmente desencadenarían en crisis financieras, la sobre explotación obrera por parte de las compañías transnacionales y el estancamiento en el subdesarrollo.

La evidente oposición entre los requerimientos internacionales y los requerimientos nacionales nos condujo a contraer las más negativas experiencias en materia de desarrollo social y económico, lo que hoy nos antepone a la elección de una nueva via para el desarrollo.

Hacia el siglo XIX, México se había distinguido por llegar tarde a los procesos mundiales de transformación, excepcionalmente, la Reforma impulsada por Benito Juárez García, nos situó a la vanguardia como uno de los países pioneros en Latinoamérica en hacer una distinción entre lo religioso y lo estatal. Fuera de este periodo y de esta circunstancia, el siglo XIX pudiera visualizarse como una iluminación intermitente en medio de una oscuridad histórica llena de rebeliones, conflictos sociales, luchas por lograr la emancipación y consolidación de una identidad nacional.

El siglo XX mexicano sin embargo, fue distinto, la revolución mexicana de 1910, introdujo al país a una era de modernidad como ninguna otra revolución pudo hacerlo en otra latitud del mundo y como ninguno otro periodo de la historia pudo registrarlo, sus resultados alcanzaron su umbral más alto después de la consolidación del régimen postrevolucionario y el surgimiento del Partido Nacional Revolucionario (PNR) en 1929, que con base a la constitución de 1917 impulsó un proceso de industrialización y de reformas políticas y sociales sin precedentes por un periodo de 70 años.

Pasar de nuestra actual tradición a la modernidad, es fundamental para todos y cada uno de los mexicanos, la última década, ha sido una década llena de contradicciones y extravíos en todos los sentidos, el impulso del neoliberalismo como eje rector de las acciones estatales no han generado el equilibrio deseado por los mexicanos y han derivado en una severa crisis en lo político, en lo social y en lo económico, es inaplazable dar un cambio radical en el actual sistema económico y político, adoptar un modelo de desarrollo más igualitario, justo y socialmente útil es la tarea fundamental para este siglo XXI, las exigencias internacionales, nacionales y las propias de cada región del país nos demanda una transformación sin precedentes.

La modernidad, un sueño que parece alejarse y acercarse cada vez, tan lejos y tan cerca, nos enfrenta al reto de atraparla entre nuestras manos, y como lo cita Octavio Paz, desempolvarla y asirla en este Siglo XXI.
3.-EL PARTIDO REVOLUCIONARIO INSTITUCIONAL

“Los desafíos de nuestro tiempo, los de las primeras décadas del milenio, los que tienen sumidos en la incertidumbre, el coraje o el desaliento a millones de mexicanos, ellos a los que el PRI sabrá respaldar y encauzar, convocando a la participación de todos, y alcanzando, con practicas innovadoras y por el voto mayoritario la revaloración del ejercicio del poder.”

Beatriz Paredes

De Juárez a la Revolución Mexicana.- Después de la muerte de Benito Juárez García en 1872, la lucha por el poder político se centró en tres personajes importantes del momento: Sebastián Lerdo de Tejada, José María Iglesias y Porfirio Díaz.

Esta situación prolongó los largos años de enfrentamientos armados, que venían desde que México se había independizado del imperio español y cuyo resultado fue sumir al país, cada día de manera más profunda, en el caos y la miseria de la gran mayoría de la población. Finalmente, la lucha entre las diferentes facciones termina al proclamar Porfirio Díaz el Plan de Tuxtepec, mediante el cual derroca al entonces presidente Sebastián Lerdo de Tejada.

Durante la intervención francesa en México, Porfirio Díaz tuvo un papel destacado llevando a la victoria definitiva a las fuerzas nacionales que combatían a Maximiliano de Habsburgo el 2 de abril de 1867, tan solo un año antes de que se convirtiera en presidente.

Entre 1876 hasta 1911, Porfirio Díaz ocupó el cargo de presidente de la república, con tan solo una breve interrupción en que el General Manuel González se hizo cargo de la presidencia de 1880 a 1884, en tanto que Díaz estuvo al frente de la Secretaria de Fomento y con posterioridad de la gubernatura del estado de Oaxaca.

En este periodo, México tuvo algunos logros significativos en materia de desarrollo que se basaron principalmente en la construcción de una extensa red ferroviaria y de telégrafos, crecimiento a un ritmo anual promedio de 3 por ciento entre 1895 y 1910, inversión en materia educativa y explotación de hidrocarburos, no obstante insuficientes y a un alto costo social; los hidrocarburos eran explotados por industrias extranjeras, la distribución de la riqueza era desigual y los campesinos seguían siendo explotados por un número muy reducido de hacendados que habían concentrado la tierra.

La entrevista que sostuvo el periodista Estadounidense James Creelman con Porfirio Díaz publicada en el Pearson's Magazine en Marzo de 1908, fue un hecho que motivó la conciencia de la república hacía un cambio de régimen político, la inquietud adormecida por más de 30 años, surgió nuevamente, con toda la explosiva potencia que había tenido hasta antes de 1877, el dictador comentó al periodista:

"No importa lo que al respecto digan mis amigos y partidarios, me retiraré cuando termine el presente periodo y no volveré a gobernar otra vez. Para entonces tendré ya 80 años. "

Estas palabras habían sido pronunciadas en repetidas ocasiones por el general, sin embargo, esta vez las condiciones políticas y sociales demandaban que su palabra fuera efectiva, existía un gran descontento entre la población. Por todo el país, comenzó una gran agitación política y los personajes no se hicieron esperar, entre ellos se encontraba Francisco I. Madero, un hombre acaudalado del norte del país.

Los hermanos Flores Magón y un grupo de intelectuales y periodistas, entre los que destaca Ponciano Arriaga, agrupados en el Partido Liberal Mexicano hacia los primeros años del siglo impulsaron la idea de la rebelión por todo el territorio nacional en contra de la dictadura de Porfirio Díaz, que si bien no proliferaría sino hasta años más tarde, sentaría las bases de la rebelión que se avecinaba.

Las huelgas Obreras de Río Blanco en Veracruz y la de Cananea en Sonora, fueron sin lugar a dudas también precursoras del movimiento revolucionario. Se sumaron a este hecho el gran descontento de los campesinos, una mala distribución de la riqueza y un gran deseo popular que había quedado pendiente desde hacía muchos años: la democracia.

La publicación del libro en 1909 de la “La Sucesión Presidencial de 1910” escrito por Francisco I. Madero, esbozó el camino que habría que seguir la nación en los próximos años. Madero, bajo el amparo del Partido Nacional Antirreleccionista, inició formalmente la rebelión con la promulgación del Plan de San Luis redactado en San Antonio, Texas, tras su encarcelamiento por el régimen Porfirista.

El manifiesto convocaba al pueblo a derrocar la dictadura a partir del 20 de noviembre de 1920. Finalmente Díaz renuncia a la presidencia y arriba el Secretario de Relaciones Exteriores Francisco León de la Barra y se convocan a elecciones donde resulta electo Francisco I. Madero, se anunciaba el comienzo de una nueva era política para el país: una más democrática.

Sin embargo, la inconsistencia e inexperiencia del presidente Madero, pronto frustró la esperanza ciudadana y de sus más cercanos colaboradores, cayendo finalmente ante la fuerza de uno de sus generales: Victoriano Huerta.

Tras el golpe de estado que concluyó con el asesinato de Madero y Pino Suárez, Huerta instauró una dictadura militar sumamente represiva y excluyente. Lo que alentó el surgimiento de nuevos grupos políticos a lo largo y ancho del país entre los cuales destacan el de Venustiano Carranza, Emiliano Zapata, Pancho Villa y Álvaro Obregón, así como de militares más jóvenes como Plutarco Elías Calles y Lázaro Cárdenas. El arribo a la presidencia de Victoriano Huerta, sería el inicio de por lo menos 10 años de luchas armadas por el ascenso al poder.

Finalmente el Ejército Constitucionalista conducido por Carranza, logra imponerse ante los Villistas y Zapatistas proclamándose vencedor de la disputa posrevolucionaria. Carranza convoca a la realización de una nueva constitución política que terminaría promulgándose en Querétaro el 5 de febrero de 1917, cuyo contenido estaría en concordancia con las principales demandas populares como lo fueron las de carácter agrario, obrero y de educación, así como algo inédito en la historia de las constituciones en el mundo: un capitulo de garantías individuales. Empero, la promulgación de la constitución no daría fin a las recurrentes contiendas bélicas entre los mandos militares más sobresalientes de la revolución, que con el paso del tiempo se irían eliminando entre sí por la disputa del poder.

Luego de la revolución mexicana, la república había quedado prácticamente en ruinas: política, social y económicamente el país enfrentaría uno de los retos más significativos del siglo XX: su reconstrucción y modernización.

Surge el PNR. - El asesinato de Álvaro Obregón, clausuró la lucha armada por el poder presidencial en México. El General Plutarco Elías Calles a cargo de la presidencia de la república en su último informe dirigido a la nación, a propósito de los acontecimientos expresó:

La desaparición del presidente electo ha sido una pérdida irreparable que deja al país en una situación particularmente difícil […] pero la misma circunstancia de que quizá por primera vez en su historia se enfrenta México con una situación en la que la nota dominante es la falta de Caudillos, debe permitirnos, va a permitirnos, orientar definitivamente la política del país por rumbos de una verdadera vida institucional, procurando pasar, de una vez por todas, de la condición histórica de país de un hombre a la nación de instituciones y de leyes […] juzgo indispensable preceder este breve análisis de una declaración firme, irrevocable […] que no sólo no buscaré la prolongación de mi mandato aceptando una prorroga o una designación como presidente provisional, sino que, ni en el periodo que siga al interinato, ni en ninguna otra ocasión, aspiraré a la presidencia de mi país…

El discurso pronunciado por el presidente Elías Calles, marcó el inicio de una nueva época en la vida nacional, cuya característica principal, consistió en el desarrollo de una entidad partidista como vía necesaria para la transmisión del poder político, abandonando definitivamente los métodos violentos como única opción para alcanzar la presidencia de la república. En estricto sentido, la creación del Partido Nacional Revolucionario constituyó la primera gran reforma electoral del siglo XX.

Respecto a este propósito, “el 1° de diciembre de 1928, avalado por las firmas de Plutarco Elías Calles, Aaron Sáenz, Luis L. León, Manuel Pérez Treviño, Basilio Vadillo, Bartolomé García, Manlio Fabio Altamirano y David Orozco, en diversos diarios de la república, apareció el primer Manifiesto del Comité Organizador del Partido Nacional Revolucionario”.

Hacia el 5 de enero de 1929, el comité organizador del Partido Nacional Revolucionario publicó la convocatoria a la convención constituyente del Partido Nacional Revolucionario a realizarse en la ciudad de Querétaro a partir del día 1 de marzo y la cual tendría una vigencia de 5 días. A diferencia de los dos anteriores manifiestos emitidos por el comité organizador, el documento informó del lugar y fecha de la convención, del objeto de ésta, de su integración, de la forma de instalación de los trabajos previos a la convención, de los estatutos generales y del programa de principios del PNR, del pacto constituyente del partido, “de la designación del candidato presidencial del PNR” de la elección del comité nacional directivo, de los debates y de la clausura.

La convención, logró congregar a representantes y dirigencias de todas las corrientes y partidos políticos regionales identificados con la revolución mexicana y el pensamiento liberal y progresista.

La centralización del poder político para el Partido Nacional Revolucionario, resultó ser una estrategia fundamental para llevar a cabo el laborioso quehacer de reconstruir la nación y establecer los fundamentos rectores sobre los cuales se inscribiría la nueva república.

La tarea consistía, en un primer momento, en moderar el riguroso ambiente de anarquía que prevalecía, así como agrupar a las diferentes facciones políticas que habían quedado disgregadas a lo largo y a lo ancho del territorio nacional en el periodo posterior a la revolución mexicana.

El Partido Nacional Revolucionario, fue un espacio de convivencia adecuado para discutir las diferencias que presentaban los diversos grupos revolucionarios. Samuel Huntington materializó en una expresión el significado de esta organización política para México:

“El Partido Nacional Revolucionario (PNR) es un sistema de discusión y conciliación institucionalizados en los marcos partidarios, reemplazó a la anterior política pretoriana de conflicto y violencia abiertos”.

La transformación hacia el PRM.- Hacia 1938 el Partido Nacional Revolucionario bajo el liderazgo de Lázaro Cárdenas del Rio, se trasforma en el Partido de la Revolución Mexicana (PRM), adhiriendo a su vida institucional dos grandes sectores: la Confederación de Trabajadores de México y la Confederación Nacional Campesina, que agrupaba una a los Sindicatos Obreros y otra a las Organizaciones Campesinas.

Estas organizaciones, además de favorecer la estabilidad social del país contribuyeron a respaldar las grandes reformas nacionalistas impulsadas por el gobierno Cardenista, como el reparto agrario, la educación socialista y una que se significó por ser una de las reivindicaciones más importantes del siglo XX: la expropiación petrolera de marzo de 1938.

El PNR (Partido Nacional Revolucionario) que cambió sus siglas a las de PRM (Partido de la Revolución Mexicana), ya no era el partido de Elías Calles, era el partido que había logrado consolidarse como heredero de la Revolución Mexicana logrando materializar la estabilidad social y política del país, su redefinición se debió a tres factores principalmente: “El Contexto internacional, el resultado del Desarrollo Económico de México y el avance indiscutible de la Revolución Mexicana”.

Durante el sexenio Cardenista el Partido de la Revolución Mexicana se consolidó como un autentico partido de masas, en el cual estaban representados los intereses de todos los actores políticos de la época: obreros, campesinos, militares y organizaciones populares de la más variada denominación.

Nace el PRI.-En el año de 1946, el Partido de la Revolución Mexicana que había cumplido con un proyecto de modernización para el país, se reforma nuevamente y en forma definitiva para dar paso a lo que actualmente es el PRI (Partido Revolucionario Institucional).

Durante este período, se suprimieron las directrices del discurso radical Cardenista que tendían al socialismo y a la lucha de clases, y se realizan reformas de gran trascendencia. En 1948 se crea la Confederación Nacional de Organizaciones Populares, incluyéndose como un sector con un gran número de afiliados. El PRI, suprimió al sector militar llevándolo a la civilidad e institucionalidad.

Una era de desarrollo e instituciones.- Luego del movimiento armado de 1910, como ya se ha expresado, el país quedó arruinado social, económica y políticamente hablando.

La tarea de los grupos revolucionarios que sobrevivieron se centró principalmente en erigir los cimientos del México posrevolucionario y en la centralización del poder político para llevar a cabo las reformas sociales requeridas para la época, así pues, el Partido Revolucionario Institucional evolucionado del Partido Nacional Revolucionario y a su vez del Partido de la Revolución Mexicana, logró consolidar con éxito un sistema político vigoroso que daría dirección a los procesos de transformación y modernización social, política y económica.

El régimen que se erigió luego de la revolución mexicana logró consolidar y conjugar la paz social, el crecimiento económico y la estabilidad política ajustándose al marco de legalidad establecido por la Constitución Política de 1917.

Desarrolló instituciones sociales de fomento, escuelas de educación básica, universidades, industrias, reformó el régimen agrario y consolidó una amplia red de instituciones encargadas de resguardar la seguridad social de trabajadores, campesinos y burócratas, durante la época del Desarrollo Estabilizador de 1958 a 1970 por ejemplo, México tenía un crecimiento sin inflación anual promedio del 6.8 por ciento por encima de países como Alemania, Brasil, España, Inglaterra y Estados Unidos logrando consolidar lo que el mundo conoció como el “Milagro Mexicano”.

No obstante, la autocomplacencia no es necesaria, ni benéfica, para nuestro tiempo, vivir en el pasado es vivir en el retraso.

Los logros alcanzados después de la Revolución Mexicana primero en la consolidación de las instituciones políticas para dar certidumbre a la sucesión del poder y posteriormente en materia económica y social, tuvieron un límite y tal y como hubo grandes aciertos, existieron también errores significativos.

Si bien es cierto, el contexto internacional se modificó a un ritmo muy acelerado, también es cierto que el PRI no supo planificar y blindarse ante los cambios globales, y concluyó en excesos de poder y la insatisfacción de un anhelo popular pendiente desde antes del Porfiriato: la consolidación de un régimen plenamente democrático.

Luis Donaldo Colosio en su memorable discurso “El México que yo veo” pronunciado en el monumento a la Revolución en la Ciudad de México el 6 de marzo de 1994, hacía una severa autocrítica al Partido Revolucionario Institucional y al régimen político:

Tenemos que asumir esta autocrítica y romper con las prácticas que nos hicieron una organización rígida. Tenemos que superar las actitudes que debilitan nuestra capacidad de innovación y cambio. Recuperemos nuestra iniciativa, nuestra fuerza, para representar las mejores causas, para ofrecer los caminos de la paz, para responder ante las injusticias…La única continuidad que propongo es la del cambio; la del cambio que conserve lo valioso. Queremos un cambio con responsabilidad en el que no se olvide ningún ámbito de la vida nacional; queremos un cambio democrático para una mejor economía, para un mayor desarrollo social. Y hoy existen las condiciones para lograrlo: la sociedad lo demanda…El gran reclamo de México es la democracia. El país quiere ejercerla a cabalidad. México exige nosotros responderemos.

El siglo XXI para el PRI: la cuarta etapa.- A la entrada del nuevo siglo, luego de haber sufrido dos derrotas electorales consecutivas en el ámbito federal en 2000 y 2006 frente al Partido Acción Nacional, para el Partido Revolucionario Institucional fue indispensable replantearse el rumbo que debería tomar en los próximos años y realizar un exhaustivo trabajo de reflexión y autocrítica.

El tema central para el PRI era el de recuperar su credibilidad ante la ciudadanía y particularmente de su militancia. La disputa al interior del Partido Revolucionario Institucional versaba en torno a una fuerte cuestión ideológica, es decir, el proyecto de desarrollo que se impulsaría a través del partido.

Por un lado se distinguieron los que coincidían con las políticas del libre mercado y por el otro los que pugnaban por un modelo de desarrollo mexicano más moderado e igualitario.

La escisión del PRI en 1987, y la conformación del Frente Democrático Nacional al año siguiente, fue un hecho significativo que dio lugar a la conformación de un nuevo partido político nacional, el Partido de la Revolución Democrática.

Entre otras cosas, este Frente Democrático Nacional, encabezado principalmente por Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo y Ifigenia Martínez pretendía democratizar el proceso de selección interna del candidato presidencial y señalar las contradicciones del modelo neoliberal implementado tenuemente por el Presidente Miguel de la Madrid.

Ante este escenario, los acontecimientos en la vida interna del Partido Revolucionario Institucional y el contexto mexicano que prevalecía hacia finales del siglo XX, un número importante de sectores coincidieron en hacer una afirmación ideológica que permitiera adaptarse a las nuevas circunstancias nacionales e internacionales tomando como opción la corriente socialdemócrata, esto no ocurrió formalmente sino hasta el año de 2008 cuando se reforman los documentos básicos del Partido Revolucionario Institucional bajo el liderazgo de Beatriz Paredes en la XX Asamblea Nacional Ordinaria y el inicio de la cuarta etapa del PRI.

Su adhesión como miembro pleno de la Internacional Socialista en el año 2003 ratificó su compromiso con los postulados de la socialdemocracia. Actualmente en la declaración de principios del PRI, se establece lo siguiente:

Somos el partido, que orgulloso de los principios ideológicos de la Revolución Mexicana, promueve la modernización de México con democracia y justicia social. Por eso nos inscribimos en la corriente socialdemócrata de los partidos políticos contemporáneos…somos un partido político hermanado con la expresión mundial de todas las fuerzas políticas comprometidas con la democracia y la justicia social. Consideramos que otra forma de mundialización es posible. Compartimos los principios de la internacional socialista y de la Conferencia Permanente de Partidos Políticos de America Latina.

Asimismo, los estatutos en su artículo 1° se manifiestan en ese mismo sentido:

El Partido Revolucionario Institucional es un partido político nacional, popular, democrático, progresista e incluyente, comprometido con las causas de la sociedad; los superiores intereses de la nación; los principios de la revolución mexicana y sus contenidos ideológicos plasmados en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, que se inscribe en la corriente socialdemócrata de los partidos políticos contemporáneos.

Quienes se han manifestado a favor de que el PRI adopte la socialdemocracia como ideología insisten en que, en los hechos, la historia del partido confirma su vocación socialdemócrata:

“Un partido político que disolvió el latifundio; que suprimió la estructura económica-social basada en la gran hacienda; que hizo el reparto de la tierra; que realizó la reforma agraria; que rescató los recursos naturales para la nación; que expropio y nacionalizó la industria petrolera; que nacionalizó la industria eléctrica; que elevó a rango constitucional el derecho de los mexicanos a recibir una educación gratuita, científica y laica, y creó las instituciones para su cobertura; que creó el libro de texto gratuito; que fundó el seguro social, el ISSSTE y un sistema de salud pública, con una amplia red de hospitales y clínicas; qué creó el Infonavit y otras instituciones para la vivienda, y programas de ayuda que hoy solo los han cambiado de nombre; más allá de adjetivos o de denominaciones somos un partido socialdemócrata.”

Y en realidad ha sido así, nuestro Partido, en los hechos se ha consolidado como una institución socialdemócrata, no obstante, su reafirmación ideológica formal, es, en efecto, un gran salto hacia la consolidación de nuestra identidad partidista y está vinculada estrechamente con la capacidad para convertirnos en un partido político moderno, acorde a las exigencias nacionales e internacionales sin olvidar nuestro valioso pasado de origen revolucionario, liberal y democrático.

El PRI es el partido político histórico de México, porque recoge en su seno ideológico las enseñanzas de los movimientos sociales más importantes de los tres últimos siglos, porque habita en él una gran capacidad para innovar política y al mismo tiempo para buscar un perfecto equilibrio entre sectores sociales y factores reales de poder, es el PRI del siglo XXI, el partido político que construirá las bases institucionales para este siglo y que sin lugar a dudas habrá de difundir y hacer realidad la democracia y la justicia social para todos.

A MANERA DE CONCLUSION: Hacia la Construcción de una Nueva Via Mexicana para el Desarrollo.

El fantasma de la construcción de un nuevo modelo de desarrollo recorre México, America Latina y el mundo, el neoliberalismo ha fallado en sus expectativas, la Crisis Financiera Internacional más grande luego de la Gran Depresión de 1929, la prueba más fehaciente.

Estamos en la antesala de un cambio profundo y positivo para México, aquí y ahora, las condiciones nacionales e internacionales se están modificando significativamente. El planteamiento de la construcción de una nueva república para el siglo XXI es impostergable, los lineamientos sobre los cuales se encuentra inscrita en la actualidad deben ser modificados.

El momento crítico de nación ha llegado a su punto más alto, hoy el país está ante la elección de dos caminos: el camino de la renovación y reforma a través de la utilización de los instrumentos institucionales disponibles o el camino de la incertidumbre que producen los problemas y conflictos sociales.

El reloj de la historia ha detenido su marcha tan solo para darnos la oportunidad de preguntarnos el futuro que queremos, 200 años del movimiento de Independencia, 150 de la promulgación de las Leyes de Reforma y 100 de la Revolución Mexicana hacia el año 2010, nos obligan a revalorar qué tipo de nación queremos, el tipo de organización política que necesitamos y qué modelo de desarrollo debe implementarse para por lo menos la primera mitad de este siglo XXI.

Una gran parte de la responsabilidad de la transformación de la república mexicana la lleva pesando el Partido Revolucionario Institucional, el partido político en el poder, que otrora diera certidumbre a un proceso de institucionalización, estabilidad, modernización y desarrollo durante el siglo XX mexicano, el siglo de la revolución mexicana.

El partido histórico de México, el que orgulloso de la Independencia, la Reforma, la Revolución Mexicana y la transición a la democracia, ha logrado reconvertirse y adaptarse al nuevo contexto internacional y nacional, será el partido que reconstruirá el México del siglo XXI, entre otras cosas, porque es el único partido que logró entender el momento crítico de la nación en esta primera década, que fue capaz de hacer una profunda transformación interna y superar las practicas que como decía Luis Donaldo Colosio nos hicieron una organización rígida.

En este siglo, con 80 años de existencia y participación en la vida política y tres grandes transformaciones desde su fundación, el Partido Revolucionario Institucional inicia su cuarta etapa con una serie de objetivos, entre ellos convertirse en el partido moderno del siglo XXI que aglutine a las fuerzas progresistas, democráticas y liberales.

Este hecho, no es una circunstancia aislada y obedece en gran medida a una realidad: el agotamiento del modelo neoliberal y la exageración de su aplicación a una realidad desigual.

Veinte años de desideologización partidaria, del surgimiento de un sector privado poderoso y amenazante y reducción del Estado en su función social y participación como ente regulador, deben hoy en día ser revertidos y sustituidos por una nueva política.

La adhesión de nuestro partido en el año 2003 como miembro de pleno derecho del consejo mundial de la internacional socialista, organización que aglutina a los partidos, socialistas, socialdemócratas y laboristas del planeta, fue el inicio de lo que controvertidamente se debatió en la IV Asamblea Nacional Extraordinaria y que posteriormente en la XX Asamblea Nacional Ordinaria celebrada en la ciudad de Aguascalientes se ratificó.

El contexto internacional actual, así como el arribo al poder de partidos políticos de la izquierda democrática en Europa como en America Latina, así como la disputa en contra de la derecha que hoy nos gobierna desde el poder ejecutivo federal en nuestro país, han sido los principales detonantes para que el PRI se haya reencauzado después de varios años de pérdida de identidad ideológica, por el camino de la socialdemocracia.

La izquierda tradicional, violenta y antidemocrática representada por algunos partidos conformados a partir de las escisiones del PRI, no es ya una opción para la ciudadanía, la derecha que representa acción nacional por otro lado, ha mostrado en poco tiempo una enorme incapacidad para dar soluciones reales a temas de suma importancia para el país, la polarización que existe entre extrema derecha e izquierda, han sumido al país en una severa crisis institucional, social, económica y política, por eso el PRI se sitúa entre los partidos políticos de centro-izquierda, moderado, coherente, consciente y con una perfecta visión social de futuro.

Atendiendo a los hechos que prevalecen a nivel internacional e inmersos en un mundo globalizado, los mexicanos podemos brindarle su justa participación a lo público y a lo privado, como sucede en países gobernados por partidos socialdemócratas aprovechando lo positivo del libre mercado para modernizar las estructuras institucionales, fomentando las políticas de pleno empleo y reduciendo los índices de pobreza y desigualdad, al mismo tiempo que regresándole un papel fundamental al Estado en su función social, esta circunstancia debe permitirnos, va a permitirnos reencauzar al país por una nueva via para el desarrollo, en donde todos los sectores productivos de la sociedad sean incluidos.

El tiempo para la ejecución de una nueva política en el país, se restringe día con día, el descontento nacional es generalizado, la derecha evade y minimiza sus errores, el ejecutivo a pasado de la accion a la contemplacion, el rumbo, rescate y dirección de las acciones se establecen y debaten ahora mismo en el congreso de la unión, no es suficiente, se requiere responsabilidad y reivindicar los extravíos del ejecutivo federal y su gabinete, la brecha entre la paz social y la anarquia es muy estrecha, creo, con Amado Nervo, que los mexicanos al desandar este largo camino, habremos de ser los arquitectos de nuestro propio destino y como lo expresara en uno de sus pensamientos el general Plutarco Elías Calles, México, mi patria, rectificará su brújula y compás descompuestos.

lunes, 22 de marzo de 2010

LAS ALIANZAS ELECTORALES: SIN PRINCIPIOS Y SIN IDEOLOGIA.

El concepto formal de alianza electoral nos dice que es la unión temporaria de dos o más partidos políticos con el fin de concurrir unidos a la competencia electoral, presentando la misma candidatura en todos o algunos de los niveles de gobierno sea federal o nacional, provincial, local y en todas o algunas de las categorías de cargos a elegir. Hasta este punto y si ha legalidad se refiere no hay discusión ni argumento válido para descalificar las alianzas electorales y los deseos de los partidos políticos para instrumentar estas prácticas que con el avance de la democracia y el pluralismo político se vuelven cada día mas recurrentes.

El punto de quiebre de la teoría, es precisamente cuando esta es llevada a la práctica. Cuando el pragmatismo político se hace evidente y se sacrifican los principios y las ideologías de individuos y partidos políticos.

La lógica política nos dice que una alianza electoral debe ser, aparte de una estrategia para maximizar las posibilidades de éxito, una cuestión de afinidad de principios para posteriormente establecer un programa de gobierno de amplio beneficio social y congruente a las necesidades de la población. La experiencia mexicana, nos ha demostrado que a través de alianzas de partidos se han podido alcanzar triunfos contundentes en elecciones tanto en el ámbito nacional como en el ámbito local, no obstante esta circunstancia, los resultados del programa de gobierno han dejado mucho que desear, sobre todo en alianzas con principios e ideologías heterogéneas, como es el caso de las recientes alianzas electorales a nivel local, donde dos partidos históricamente antagónicos, el PAN y el PRD, se han reagrupado sin otro propósito más que el de conquistar el poder por el poder mismo, en una exhibición de incongruencia política y de quiebre ético en menoscabo de la democracia y de la credibilidad ciudadana hacia la política.

De esta manera, a finales de la primera década del siglo XXI, la involución política de la república se hace evidente a través de estos actos de incongruencia que atentan contra la democracia alcanzada a lo largo de las dos últimas décadas. Un retroceso si, en la maduración de democracia, una reflexión también parar no dar continuidad a las alianzas electorales sin principios y sin ideologías.