“Que se llenen de trigo los graneros y que surja la ansiada redención”
( Corrido agrarista de J. Cortázar)
Uno de los sectores más combativos y vigorosos
del Partido Revolucionario Institucional lo es sin duda la Confederación Nacional Campesina. Tal y como lo señalan los
estatutos del referido partido, junto con la Confederación de Trabajadores de
México (C.T.M.) y la Confederación Nacional de Organizaciones Populares (C.N.O.P.),
forman parte de los tres sectores que históricamente se han aglutinado en el
seno del Revolucionario Institucional.
La C.N.C. en el país, surgida en agosto de
1935, al amparo del gobierno del presidente Lázaro Cárdenas (1934-1940), con el
líder agrario Graciano Sánchez a la cabeza, buscó impulsar el proceso de reforma
agraria en todo el país, lo que encerraba destruir el latifundio y el sistema
inequitativo de haciendas, al tiempo que establecer como base de producción
agrícola al ejido. Durante estos años, cabe señalar, la política agraria “Cardenista” logró transformar de manera profunda
las relaciones de propiedad y producción en el campo mexicano. Las regiones en
donde se logró con mayor éxito repartir la tierra fueron la zona algodonera de
La Laguna, la de Los Mochis y El Mante, la del Valle de Mexicali, la de la Casa
de Aguirre en Nayarit, la henequenera en Yucatán, la del Valle del Yaqui y las
de Lombardía y Nueva Italia en Michoacán.
El conjunto de
acciones agrarias realizadas por la política de Lázaro Cárdenas dieron como
resultado la repartición de 18 millones de hectáreas que favorecieron a 1
millón de campesinos en todo el país. Para el caso concreto de Nayarit, entre
1934 y 1937, durante el gobierno de Francisco Parra Ortiz (1934-1937), con el
sustento jurídico de la Ley de Fraccionamiento de Latifundios de mayo de 1934 (Decreto
1,186) y el actuar de lideres agrarios y políticos identificados con las tesis “Cardenistas”
como Guillermo Flores Muñoz, Lamberto Luna Plata, Bernardo de León Moreno, José
Andrés Tejeda, Eutimio F. Sánchez, Tomás López, entre otros, de acuerdo a datos
oficiales, se lograron solucionar 162 expedientes agrarios y se dotaron
369,286.61 hectáreas para 162 poblados, beneficiando a un total de 18, 281
habitantes.
En la época “Cardenista”, la C.N.C. programó convertir al ejido en la institución económica de
mayor importancia en la vida rural y luchar por la capacitación técnica de los
trabajadores del campo. Así bien, durante los años que siguieron, a lo largo de
la década de los cuarenta, por factores internos y externos como la promoción
de la pequeña propiedad agraria y la Segunda Guerra Mundial, el sector impulsó
el desarrollo de una agricultura comercial sostenida en la pequeña propiedad y
abandonó gradualmente la agricultura campesina ejidal. El acelerado proceso de
industrialización del país, a través del modelo de sustitución de importaciones,
impuso un nuevo esquema de desarrollo en el campo, que resalta la aportación de
la agricultura a la formación y consolidación de la industria. De 1934 hasta
casi finalizar los años sesenta, la C.N.C.
aliada al gobierno de la república, consiguió dar certidumbre al ritmo de
desarrollo del campo mexicano y sus familias; por un lado, sostuvo un alto
nivel de competitividad, y por otro, logró abastecer de alimentos baratos a la
población, suministrar materias primas a la industria y captar divisas a través
de la exportación de los productos agrícolas.
Al comienzo de los
años setentas, podemos argumentar que se da inicio a la crisis del campo
mexicano, lo que ha traído consigo una insatisfacción de la demanda interna de
productos del campo, así como la capacidad de exportación de los productores
nacionales. A lo largo de las últimas tres décadas del siglo XX, la C.N.C. ha venido luchado junto con un
amplio número de lideres agrarios, organizaciones e instituciones públicas, por
atenuar los efectos negativos de esta crisis, una lucha que se ha visto
reflejada, en la expedición de diversas leyes, como la que creó la hoy extinta
Secretaria de la Reforma Agraria y la Ley Federal de Aguas, y programas como el
de Reforma Agraria Integral y de Desarrollo Rural Integral que regularon las
condiciones sanitarias de los productos, dieron fortaleza al Consejo Nacional
de Pueblos Indígenas y organizaron las Uniones Nacionales en ramas agrícola,
ganadera y forestal.
Iniciado el siglo
XXI y con ello, la era de gobiernos del Partido Acción Nacional a nivel federal
(2000-2011), y una aplicación desigual del Tratado
de Libre Comercio (TLCAN), los resultados
de las políticas económicas del proyecto neoliberal ahondaron la crisis en el
sector agrario de una manera significativa, el gobierno federal, al desviar sus
intereses y recursos económicos a otros sectores como la vivienda, la
infraestructura carretera y la “guerra” al narcotráfico, así como al capital
especulativo, terminaron por sumir en el total abandono al campo mexicano, a tal
grado de que hoy en día, se encuentra en riesgo la soberanía alimentaria del
país, y ha marcado la pauta para el surgimiento y aumento de flagelos sociales
como la migración, principalmente del sector juvenil, la pobreza extrema en
zonas rurales y urbanas y el crimen organizado.
La C.N.C. desde su fundación en 1935,
hasta esta fecha, ha tenido los siguientes dirigentes: Graciano Sánchez, Gabriel
Leyva Velázquez, Roberto Barrios, Manuel J. Gándara, Ferrer Galván, Lorenzo
Azua Flores, Arturo Luna Lugo, Raymundo Rores Fuentes, Francisco Hernández y
Hernández, Javier Rojo Gómez, Amador Hernández González, Augusto Gómez
Villanueva, Alfredo V. Bonfil, Celestino Salcedo Monteon, Oscar Ramírez Mijares,
Víctor Manuel Cervera Pacheco, Mario Hernández Posadas, Maximiliano Silerio
Esparza, Héctor Hugo Olivares Ventura, Hugo Andrés Araujo de la Torre, Beatriz Paredes,
Heladio Ramírez López, Cruz López Aguilar y Gerardo Sánchez García.
En la actualidad,
los retos de la C.N.C. distan mucho de
los trazados en los años de su fundación en la era del Gral. Lázaro Cárdenas, según
indicadores que surgen de estudios académicos, por mencionar algunos, de las
mas de 26 millones de personas que viven en el medio rural, 16.7 millones viven
en situación de pobreza; no somos autosuficientes y compramos del extranjero el
79 % del arroz que consumimos, 93 % de oleaginosas, 58 % de trigo y 82% de maíz
amarillo; el 74 % de la superficie agrícola es de temporal y solo el 26% cuenta
con tecnología de riego; solo el 6 % de la Unidades de Producción Agropecuaria
tienen acceso a crédito institucional; compramos del exterior el 77% de los
fertilizantes y; actualmente estamos importando más de lo que exportamos en agro-alimentos
con un saldo negativo de casi 5 mil millones de dólares.
Por todo lo
anterior, y dada la precaria situación que prevalece en el campo mexicano, es
que el pasado 5 de marzo, el Presidente de la República, Enrique Peña Nieto,
anunció la “REFORMA PARA TRANSFORMAR AL
CAMPO”, cuyas estrategias y metas van encaminadas principalmente, al
fortalecimiento de los productores organizados, a garantizar precios más justos
de comercialización, a la modernización de la infraestructura, al fortalecimiento
de los mercados locales y nacionales, a la difusión de información estadística
oportuna y a la creación de un Banco de Desarrollo con esquemas de
financiamiento sencillo y apropiado para la actividad productiva. Entre otros
muchos planteamientos que hoy en día se discuten desde diversos espacios y
foros de consulta, la así también llamada “REFORMA
PROFUNDA AL CAMPO”, desde nuestra óptica, parece ser, una de las más
ambiciosas y prometedoras desde los años de Lázaro Cárdenas, ya que plantea un
rediseño institucional y una nueva forma de entender y atender al sector
agrario mexicano.
La Confederación
Nacional Campesina, como se sabe, atraviesa en estos momentos por un proceso interno
de renovación de su dirigencia, que coloca por primera vez en la historia a un
nayarita como evidente sucesor del actual dirigente nacional, Gerardo Sánchez
García. Las pautas que surgen del análisis de la carrera política de Manuel
Humberto Cota Jiménez, actual candidato de unidad de la C.N.C., señalan que cuenta con un amplio perfil político para
ocupar dicho cargo, los rasgos que han identificado su actuar social han sido
el del respeto a las instituciones, la conciliación y la inclusión de las expresiones
históricas que convergen en el seno del Partido Revolucionario Institucional. En
este sentido cabe destacar las diversas responsabilidades públicas que ha
ocupado: fue regidor del Ayuntamiento de Tepic (1999-2002), Diputado Local (2002-2005),
Presidente Municipal de Tepic (2005-2008), Diputado Federal (2009-2012),
Presidente del Comité Directivo Estatal del PRI en Nayarit (2011) y, actualmente,
Senador de la República, ocupando también, la Presidencia de la Comisión de
Agricultura y Ganadería (2012-2018).
La dirigencia
nacional de la C.N.C. que asumirá el
Senador Manuel Cota el próximo 28 de agosto, sin duda alguna lo sitúa entre los
pocos personajes políticos locales que a lo largo de la historia de México han
figurado en la escena política nacional, como por ejemplo, Guillermo Flores
Muñoz quien siendo Senador por Nayarit logró en la década de los años treinta
ser Secretario Tesorero del Comité Ejecutivo Nacional del entonces Partido
Nacional Revolucionario y uno de los operadores de la sucesión presidencial
entre Abelardo L. Rodríguez y Lázaro Cárdenas, su hermano Gilberto Flores Muñoz
quien ocupó durante el sexenio del presidente Adolfo Ruiz Cortines la
Secretaria de Agricultura y figuró como pre-candidato a la Presidencia de la
República, Emilio M. González Parra que ocupó la Presidencia del Senado de la
República y Celso Humberto Delgado Ramírez quien ejerció la Presidencia de la
Cámara de Diputados, la titularidad de la Secretaria Técnica del Consejo
Político Nacional del PRI y diversas embajadas como las de Cuba, Egipto, Argelia
y Argentina.
Como se ha expuesto
a lo largo de este articulo, los retos actuales del campo mexicano obligan una
mayor atención por parte del gobierno mexicano. Ciertamente, el arribo de
Manuel Humberto Cota Jiménez a la dirigencia nacional de la C.N.C. se conecta claramente
con las tareas inmediatas de la “REFORMA
AL CAMPO” impulsada por el presidente Enrique Peña Nieto, en donde el
sector agrario del PRI, sin duda, jugará un papel determinante para la
concertación de acuerdos entre la clase campesina, legisladores y
organizaciones rurales a lo largo de todo el país. Como bien lo ha señalado el
propio Cota Jiménez, “para el agro nacional no hay mañana”, luego entonces, los
acuerdos se construyen día con día, la circunstancia actual requiere soluciones
efectivas e inmediatas. Él, junto con todos los actores políticos y sociales
involucrados en la reforma del sector, tal vez, sabrán dar respuestas y pagar con
ello una deuda histórica con el campesino mexicano y los mártires del agrarismo
que pusieron la sangre.
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